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sábado, julio 15, 2006

El Lobby de Israel (II)


The Israel Lobby
John Mearsheimer and Stephen Walt


La explicación es el inigualable poder del Lobby israelí. Nos referimos a lobby como sinónimo de la dispersa coalición de individuos y organizaciones que trabajan activamente para dirigir la política exterior estadounidense en una dirección pro-israelí. El lobby no es un movimiento unificado con un liderazgo central. No todos los judíos americanos forman parte del lobby, según una encuesta de 2004, el 36% de judíos americanos no se sienten emocionalmente unidos a Israel.

El Comité de Asuntos Públicos Americano-Israelí (AIPAC) y la Conferencia de Presidentes de Importantes Organizaciones Judías, están dirigidas por representantes de la línea dura que apoyan al Partido Likud de políticas expansionistas y hostiles al acuerdo de paz de Oslo. La mayoría de los judíos americanos sin embargo está más inclinados a hacer concesiones a los palestinos.

A menudo los judíos americanos consultan a los gobernantes israelies, para asegurarse que apoyan sus objetivos. Hay un fuerte prejuicio contra la crítica de la política israelí y presionar a Israel se considera incorrecto. Edgar Bronfman Sr., presidente del congreso mundial judío, fue acusado de perfidia cuando escribió una carta al presidente Bush a mediados de 2003 para que persuadiera a Israel de no construir el muro de seguridad. Sus críticos dijeron que 'sería obsceno en el presidente del congreso mundial judío hacer lobby al preidente de EEUU en contra de políticas del gobierno de Israel'.

Los judíos americanos han organizado una increíble matriz de organizaciones para influenciar la política exterior americana, de las cuales AIPAC es la más poderosa y más conocida. En 1997, la revista Fortune preguntó a los miembros del Congreso y sus empleados que enumeraran los lobbies más poderosos en Washington. AIPAC quedó segundo detrás de la Asociación Americana de Retirados, pero delante de AFL-CIO y la Asociación Nacional del Rifle. Un estudio de National Journal de marzo de 2005 llegó a una conclusión similar y colocó a AIPAC en segundo lugar.

El lobby también incluye influyentes cristianos evangélicos como Gary Bauer, Jerry Falwell, Ralph Reed y Pat Robertson, así como Dick Armey y Tom Delay, antiguos líderes de la mayoría en el Senado, todos los cuales creen que el renacimiento de Israel es el cumplimiento de una profecía bíblica y apoyan su agenda expansionista; hacer lo contrario, creen, sería contrario a la voluntad de Dios. Neoconservadores como John Bolton, Robert Barley, el antiguo editor del Wall Street Journal, William Bennett, antiguo secretario de educación, Jeane Kirkpatrick, antiguo embajador en la ONU, y el influyente columnista George Will son fuertes seguidores.

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El Lobby persigue dos estrategias: Primera, ejercer su influencia en Washington, presionando tanto al Congreso como al ejecutivo. Cualesquiera que sean las visiones individuales de determinado político o legislador, el Lobby trata de que apoyar a Israel sea la elección acertada. Segunda, luchar por asegurar que el discurso público retrate a Israel con un enfoque positivo, repitiendo mitos acerca de su fundación y promoviendo su punto de vistaen debates políticos. El objetivo es evitar que comentarios críticos obtengan audiencia en la arena política. Controlar el debate es esencial para garantizar el apoyo de EE UU. porque una discusión honesta de las relaciones americano-israelíes podría llevar a los estadounidenses a favorecer una política diferente.

Un cimiento básico de la efectividad del Lobby es su influencia en el Congreso, donde Israel es virtualmente inmune a la crítica. Esto es realmente extraordinario, porque el Congreso raramente se muestra tímido ante asuntos controvertidos. En lo que concierne a Israel, potenciales críticos permanecen callados. Una de las razones es que algunos miembros clave son Sionistas Cristianos como Dick Armey, que en Septiembre de 2002 dijo: 'Mi prioridad número 1 en política exterior es proteger a Israel'. Uno podría pensar que la prioridad No 1 de cualquier congresista debería ser proteger a EE UU. Hay también senadores y congresistas judíos que trabajan para asegurar que la política exterior americana apoya los intereses de Israel.

Otra fuente de poder del Lobby es el uso de personal pro-Israel dentro del Congreso. Como Morris Amitay, anterior director del AIPAC, una vez admitió, 'hay un montón de gente nuestra a nivel de trabajo aquí metida' -en el Capitolio- 'que casualmente son judíos, que están dispuestos... a mirar a ciertos asuntos en términos de su ascendencia judía... Son gente en puestos en los que pueden tomar decisiones por los senadores... puedes conseguir un montón de cosas a este nivel de personal del Congreso'.

AIPAC forma el núcleo de la influencia del Lobby en el Congreso. Su éxito se debe a su habilidad para recompensar a los legisladores y candidatos al Congreso que apoyan su agenda, y castigar aquellos que la desafian. El dinero es fundamental para las elecciones a los EE UU (como nos recuerda el escándalo sobre los oscuros tratos del miembro del Lobby Jack Abramoff), y AIPAC se asegura de que sus amigos consigan fuerte apoyo económico de los numerosos comités de acción pro-israelí. Cualquiera que sea visto como hostil a Israel puede estar seguro que el AIPAC dará contribuciones a la campaña de sus enemigos políticos. AIPAC también organiza campañas de envío de cartas y anima a editores de periódicos a apoyar a candidatos pro-israelíes.

No hay duda de la eficacia de estas tácticas. Un ejemplo: en las elecciones de 1984, AIPAC ayudó a derrotar al Senador Charles Percy de Illinois, quien, según una importante figura del Lobby, había 'mostrado insensibilidad e incluso hostilidad hacia nuestros intereses'. Thomas Dine, director del AIPAC entonces, explicó lo ocurrido: 'Todos los judíos en EE UU, de costa a costa, se unieron para echar a Percy. Y los políticos estadounidenses -los que ostentan puestos públicos ahora, y los que aspiran a ellos- cogieron el mensaje.

La influencia de AIPAC en el Capitolio va todavía más allá. Según Douglas Bloomfield, antiguo miembro del personal de AIPAC, 'es habitual para los miembros del Congreso y para su personal, dirigirse primero a AIPAC cuando necesitan información, antes de llamar a la Biblioteca del Congreso, el Servicio de Investigación del Congreso, el personal del comité o expertos de la administración'. Más aún, apunta que el AIPAC es 'a menudo llamado para redactar borradores de discursos, trabajar en legislación, aconsejar en tácticas, realizar investigaciones, buscar co-patrocinadores y hacer recuento de votos'.

Resumiendo, AIPAC es una agente de facto para un gobierno extranjero, tiene un fuerte control sobre el Congreso, lo que resulta en que la política hacia Israel no se debate, incluso aunque esa política pueda tener serias consecuencias para el resto del mundo. Es decir, una de las tres ramas principales del gobierno está firmemente comprometida en apoyar a Israel. Como explicó el antiguo senador demócrata Ernest Hollings cuando dejó su puesto, 'no se puede tener una política sobre Israel distinta a lo que AIPAC impone por aquí'. O como Ariel Sharon dijo una vez a una audiencia americana. 'cuando la gente me pregunta cómo pueden ayudar a Israel, yo les digo: "Ayuda a AIPAC"'.

Gracias en parte a la influencia que los votantes judíos tienen en las elecciones presidenciales, el Lobby tiene también una influencia significativa sobre el ejecutivo. Aunque son menos del 3% de la población, hacen grnades campañas de donaciones a candidatos de ambos partidos. El Washington Post una vez estimó que los candidatos a la presidencia demócratas 'dependen del suministro de dinero de los partidarios judíos en más de un 60%'. Y puesto que los votantes judíos tienen altas cotas de participación y están concentrados en estados clave como California, Florida, Illinois, Nueva York y Pensilvania, los candidatos presidenciales hacen todo lo posible en no enfrentarse a ellos.

Organizaciones clave del Lobby se aseguran de que los críticos a Israel no consigan puestos importantes en política exterior. Jimmy Carter quiso que George Ball fuera su primer secretario de estado, pero se enteró de que Ball era visto de manera crítica por Israel y que el Lobby se opondría al nombramiento. De esta manera, cualquier político es animado a convertirse en un abierto partidario de Israel, esta es la razón por la que las críticas públicas a la política de Israel se han convertido en una especie en vías de extinción en el sistema de la política exterior.

Cuando Howard Dean pidió a los EE UU tomar un 'papel equilibrado' en el conflicto árabe-israelí, el senador Joseph Lieberman le acusó de vender a Israel y dijo que su afirmación era 'irresponsable'. Prácticamente todos los demócratas más importantes firmaron una carta criticando los comentarios de Dean, y el Chicago Jewish Star [periódico La Estrella Judía de Chicago] informó que 'atacantes anónimos...están inundando con e-mails a líderes judíos por todo el país, avisando -sin mucha evidencia- de que Dean sería de alguna forma malo para Israel'.

Esta preocupación era absurda; Dean es de hecho bastante militante [halcón] en lo que se refiere a Israel: su co-presidente de campaña era un antiguo presidente de AIPAC, y Dean dijo que sus propias opiniones sobre oriente Medio se parecían más a las de AIPAC que a la de los más moderados Americanos por la Paz Ahora. Él sólo había sugerido que 'para acercar posturas', Washington debería actuar como un intermediario honesto. Esto es difícilmente una idea radical, pero el Lobby no tolera posturas imparciales.

Durante la administración Clinton, la política de Oriente-Medio fue desarrollada principalmente por funcionarios con fuertes lazos con Israel o con prominentes organizaciones pro-israelíes; entre ellos, Martin Indyk, el anterior director de investigación de AIPAC y co-fundador del pro-israelí Instituto de Washington de Política de Oriente Próximo (WINEP); Dennis Ross, que ingresó en WINEP después de dejar el gobierno en 2001; y Aaron Miller, que ha vivido en Israel y a menudo visita el país. Estos hombres formaban parte de los consejeros más cercanos a Clinton durante la cumbre de Camp David en Julio de 2001. Aunque los tres apoyaban el proceso de paz de Oslo y la creación del estado palestino, lo hacían sólo dentro de los límites en que eso fuera aceptable para Israel. La delegación americana se guió por Ehud Barak, coordinó con anterioridad con Israel sus posiciones en la negociación y no ofreció propuestas independientes. No sorprende, que los negociadores palestinos se quejaran de que estaban negociando con dos equipos israelíes -uno con bandera israelí y otro con bandera estadounidense-.

La situación es incluso más acentuada en la administración de Bush, cuyo escalafón ha incluido tales fervientes defensores de la causa israelí como Elliot Abrams, John Bolton, Douglas Feith, I. Lewis ('Scooter') Libby, Richard Perle, Paul Wolfowitz y Davis Wurmser. Como veremos, estos funcionarios han presionado constantemente a favor de políticas favorables a Israel respaldados por organizaciones del Lobby.

Continuará...

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