Rentabilizar cada dólar invertido - Joseph Stiglitz
Joseph Stiglitz es premio Nobel de Economía en 2001, denostado , odiado y marginado por los ultraliberales, el tiempo viene a darle la razón, para que se la vuelvan a robar. Pronostico que mañana todos seremos keynesianos.
La economía keynesiana cobra nueva relevancia en la economía global del siglo 21
Traducción del artículo publicado por Joseph Stiglitz en The Guardian:
Joseph Stiglitz: Keynesian economics finds new relevancy in the 21st century global economy
Preservar las instituciones financieras no es un fin en si mismo, sino el medio para justificar un fin. Lo importante es mantener el flujo de crédito.
Ahora todos somos Keynesianos. Incluso la derecha en EEUU se ha unido al bando Keynesiano con entusiasmo inusitado y en una escala que en otra época hubiera sido inimaginable.
Para todos los que siempre reclamamos alguna conexión con la tradición keynesiana, este es un momento de triunfo, tras haber sido abandonados en el desierto, casi rechazados y condenados al ostracismo durante más de tres décadas. De algún modo, lo que está pasando ahora es un triunfo de la razón y de la evidencia frente a determinadas ideologías e intereses.
La teoría económica ha explicado desde hace tiempo por qué los mercados sin control no se auto-regulan, por qué la regulación era necesaria, por qué el gobierno tenía un papel a jugar importante en la economía. Pero muchos, especialmente los que trabajan en los mercados financieros, presionaron por un tipo de "fundamentalismo de mercado". Las políticas equivocadas resultantes - promovidas por entre otros, algunos miembros del equipo económico del presidente electo Barack Obama- habían provocado antes enormes costes en los países en vías de desarrollo. El momento de iluminación vino sólo cuando esas políticas empezaron a provocar gastos elevados en los EEUU y otros países industrializados avanzados.
Keynes argumentaba no sólo que los mercados no se auto-regulaban, sino que en una recesión severa, la política monetaria era muy seguramente ineficiente. Una política fiscal era necesaria. Pero no todas las políticas fiscales son iguales. En EEUU, hoy, con un exceso de deuda de los hogares y mucha incertidumbre, la reducción de impuestos son probablemente ineficientes (como lo fueron en Japón en los años 90). Gran parte de los recortes de tasas de Febrero en EEUU se fueron al ahorro.
Con la gran deuda que deja la Administración Bush, los EEUU deberían estar especialmente motivados para conseguir la máxima estimulación posible de cada dólar gastado. El legado de baja inversión en tecnología e infraestructura, especialmente de tipo ecológico, y la creciente brecha entre ricos y pobres, requiere congruencia entre gasto a corto plazo y visión a largo plazo.
Todo ello necesita la reestructuración tanto de programas de inversión como de impuestos. Reducir los impuestos en los pobres y crecientes beneficios por desempleo mientras simultáneamente elevar los impuestos de los ricos pueden estimular la economía, reducir el déficit y la desigualdad. Reducir gastos en la guerra de Irak y gasto creciente en educación pueden simultáneamente mejorar los resultados a corto y largo plazo y reducir el déficit.
Keynes estaba preocupado por la trampa de liquidez -la incapacidad de las autoridades monetarias de inducir un incremento en la oferta de crédito para incrementar el nivel de actividad económica. El Director de la Reserva Federal de EEUU Ben Bernanke ha tratado de evitar que caigan las culpas en la FED por agudizar la recesión del mismo modo que se la culpa de la Gran Depresión, a menudo asociada con la contracción de oferta monetaria y el colapso de los bancos.
De nuevo hay que interpretar la historia con cuidado: preservar las instituciones financieras no es un fin en si mismo, sino el medio para alcanzar un fin. Es el flujo de crédiro que es importante, y la razón por la que la caída de los bancos durante la Gran Depresión fue importante es que estaban involucrados en determinar la capacidad de endeudamiento; eran los depositarios de la información necesaria para el mantenimiento del crédito.
Pero el sistema financiero estadounidense ha cambiado de forma dramática desde los años 30. Muchos de los grandes bancos de EEUU abandonaron el negocio de préstamo para irse al negocio del movimiento de capitales. Se dedicaron a comprar activos, empaquetarlos y venderlos, estableciendo un récord de incompetencia en el cálculo del riesgo y en la evaluación de capacidad de endeudamiento. Cientos de miles de millones se han gastado en preservar estas instituciones disfuncionales. No se ha hecho nada para afrontar sus perversas estructuras de incentivación, que animan a un comportamiento cortoplacista y a la toma de riesgos excesiva. Con recompensas privadas que tan poco tienen que ver con los beneficios aportados a la sociedad, que no sorprende que la persecución egoísta del propio interés (codicia) lleve a consecuencias socialmente destructivas. Ni siquiera han servido a los intereses de sus propios accionistas.
Mientras tanto, poco se está haciendo para ayudar a los bancos que realmente hacen lo que se supone que los bancos tienen que hacer -prestar dinero y evaluar capacidad de endeudamiento.
El gobierno federal de los EEUU ha asumido deudas y riesgos por valor de billones de dólares. Cuando se rescata el sistema financiero, no menos que en política fiscal, hay que preocuparse de "rentabilizar cada dólar invertido". Si no, el déficit que ha doblado en 8 años -ascenderá todavía más.
En Septiembre, se habló que el Gobierno obtendría una devolución del dinero con intereses. Dado que el rescate se ha disparado, está cada vez más claro que esto no era más que otro ejemplo de mercados financieros incapaces de evaluar riesgo -igual que han hecho de forma sistemática durante los últimos años. Los términos del rescate de Bernanke-Paulson perjudicaron a los contribuyentes, soreprendentemente sin embargo, y a pesar de su volumen, han hecho poco para reavivar el préstamo.
El empuje neoliberal contra la regulación ha servido bien a algunos intereses. Los mercados financieros funcionaron bien durante la liberalización del mercado de capital. Permitir a EEUU vender sus productos financieros de alto riesgo e involucrarse en la especulación por todo el mundo ha servido bien a los intereses de sus empresas, incluso si han impuesto enormes costos a los demás.
Hoy, el riesgo consiste en que las doctrinas keynesianas serán usadas (y se abusará de ellas) para servir a los mismos intereses. ¿Habrán aprendido la lección los que abusaron de la desregulación hace 10 años? O promoverán únicamente reformas cosméticas -las mínimas requeridas para justificar los rescates de millones de billones de dólares? ¿Ha habido un cambio de filosofía, o sólo un cambio de estrategia? Después de todo, en el contexto actual, ¡la aplicación de políticas keynesianas resulta incluso más beneficiosa que la aplicación del fundamentalismo de mercado!
Hace una década, en la época de la crisis financiera asiática, hubo mucha discusión sobre la necesidad de la reforma global de la arquitectura financiera. Apenas se hizo nada. Es imperativo que no sólo respondamos de manera adecuada a la crisis actual, sino que llevemos a cabo reformas a largo plazo que serán necesarias si queremos crear una economía global equitativa, más próspera y estable.
En colaboración con Project Syndicate, 2008
Etiquetas: economía, Joseph Stiglitz, Keynes, neoliberalismo
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