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jueves, enero 27, 2005

Auschwitz, 60 años

Hoy se cumplen 60 años de la liberación de los presos en el campo de exterminio nazi de Auschwitz. Se insiste a través de reportajes y documentales en la importancia de que el recuerdo quede vivo y no se olvide lo que allí pasó y para ello se repiten una y otra vez las imágenes de la barbarie: los hornos crematorios, las cámaras de gas, las fosas comunes, las excavadoras arrastrando los cuerpos a las fosas, los cuerpos apilados de seres que han dejado de parecer humanos y han perdido toda dignidad, completamente desnutridos, esqueléticos y desnudos.

Alemania organizó una eficiente maquinaria destinada a exterminar la mayor cantidad posible de seres humanos en el menor tiempo posible y al mínimo coste, no sólo material, sino de la propia moral de las tropas nazis, descubrieron que los métodos iniciales de matanza eran ineficaces y afectaban a la moral de los verdugos que no podían soportar los gritos y expresiones de dolor de los condenados.

Pero no basta con recordarlo y resignarse pensando lo horrible que fue con la esperanza de que no vuelva a pasar, porque para evitar que se repita lo que hay que tratar de entender es qué pasó en la sociedad alemana para que permitiera que se llegara a ese extremo.

Inicialmente Hitler llegó al poder por medio de unas elecciones, poco a poco fue eliminando enemigos y reuniendo en su persona más y más poder, lo hizo basándose en el peligro exterior que amenazaba al país, y en los peligros internos que conspiraban principalmente comunistas y judíos haciendo de Alemania una nación más débil. Para justificar la amenaza acusó a los comunistas de incendiar el Reichstag, incluso se dice que el incendio lo provocaron los propios nazis, lo cierto es que Hitler utilizó ese acto de violencia para su propio beneficio (como se ha usado en EE UU el atentado contra las Torres Gemelas). Aprovechando el estado de emergencia, Hitler consiguió emitir un decreto que permitía la abolición de derechos humanos (algo similar al Patriot Act firmado en EE UU, o algunas de las leyes antiterroristas de otros países)

Reichstag fire - Wikipedia

Hitler y los líderes políticos nazis engañaron a la gente para hacerles creer que estaba justificado acabar con judíos, homosexuales, disminuidos psíquicos y físicos, que representaban una amenaza para el futuro de la sociedad. Convenció a las sociedad para que apoyara su particular visión de Alemania a la que asignaba una misión superior, un papel mesiánico en la historia del mundo, en la que la raza aria era el pueblo elegido para liderar el mundo, así estableció la necesidad de expansión delas fronteras alemanas y la justificación para invadir a los vecinos.

Para conseguir sus objetivos se tuvo que crear una política de enfrentamiento, de creación de chivos expiatorios, y hacer entrar a la sociedad en la dinámica de estás conmigo o estás contra mi, con eso consigue crear dentro de la sociedad diversos grupos, ninguno de los cuales se opondrá a sus políticas: los hipócritas, normalmente pertenecientes a la élite en el poder que apoyan las políticas de su líder porque les ayuda a mantenerse en su posición de privilegio y los cobardes que no están de acuerdo con las ideas dominantes pero por miedo a la represalia de la sociedad seguidista no tienen más remedio que aceptar lo que se les impone a riesgo de ser castigados ellos también. Es en una sociedad hipócrita y cobarde que se apoya en un líder autocrático donde se dan las condiciones para justificar políticas aberrante contra la dignidad humana. Este líder hace uso de la religión, el nacionalismo exacerbado, el castigo, el miedo y la corrupción para imponer sus directrices.

Sería interesante disponer de un estudio sociológico profundo de lo que pasó en Alemania durante esos años desde que se gestó el ascenso de Hitler al poder hasta que se llegó al exterminio de judíos, extranjeros y disminuidos físicos y psíquicos, ahí es donde realmente aprenderíamos la lección para que no vuelva a suceder lo mismo, porque desgraciadamente han pasado 60 años y no parece que hayamos aprendido demasiado.